viernes, 14 de agosto de 2015

Sonría, por favor

En estos tiempos educativos  que corren, donde gusta tanto reglamentar y medir hechos educativos, debería ser obligatorio por  decreto ley, que en las entradas de todos los centros educativos, en el lugar de paso para todos más visible, se colocara un cartel bien grande con un texto que dijera. “AQUI SE VIENE A SER FELIZ, A DIVERTIRSE Y TAMBIÉN A APRENDER

No es que yo crea que los centros educativos sean tristes, aburridos y se aprenda poco, no es eso, pero si es cierto que en  todos ellos abundan, aunque no podría cuantificarlo, muchos alumnos y bastantes profesores que no disfrutan, que no gozan, que no se sienten bien, que se le hace cuesta arriba el día el día y que el mejor momento es cuando suena el timbre de fin de clases.

A veces pienso,  y todos hemos pasado por eso,  cómo es posible que unos niños, unos jóvenes,  se pasen de cinco a seis horas diarias  de lunes a viernes, haciendo la mayor parte de las veces lo que un docente le manda hacer: ahora tocar escuchar, un poco después repetir, más tarde memorizar y para luego volver a repetir en  un examen, cosas que ni tan siquiera les interesa y la mayor parte de la veces no le encuentran ningún significado. ¿De verdad  que con estas rutinas, estas formas de dar clase, pude alguien  alguien ser feliz,  divertirse  y disfrutar aprendiendo, si es que se aprende?.

En esta escuela aburrida, previsible y rutinaria apenas tiene cabida la iniciativa de los alumnos, la creatividad, la curiosidad, el placer y el gusto de aprender, más ahora que están de moda esas evaluaciones externas descontextualizadas y que buscan un número, una nota,  que se transformará en un ranking de centros y, que de manera sutil,  supedita el placer por aprender a la competencia por una nota, que nos aleja de una escuela, creativa y colaboradora y nos lleva a una escuela competitiva e  individualista. Así es complicado que alumnos y profesores sean felices, que se diviertan y disfruten aprendiendo y enseñando.

Habría que ir buscando, desde mi punto de vista,  espacios y tiempos de aprendizaje en donde se puedan combinar las reglamentaciones curriculares con las iniciativas de alumnos y profesores, para saltarse el currículum,  ( ya no digo el tema que toca en el libro de texto)  y aprovechar las potentes herramientas de hoy en día para que se produzcan situaciones de verdaderos aprendizajes significativos que partan del interés de los alumnos y que, un docente comprometido, sepa entroncar con el currículum oficial.  Habría que encontrar situaciones de aprendizaje que propicien el trabajo en equipo entre alumnos y entre profesores, habría que conseguir “devaluar ” en concepto de asignatura y romper con las rigideces de los horarios, combinar el aprendizaje formal con el informal.

Sé que hablo, según algunos, de una escuela imposible, utópica, que solo es posible que se de un contexto determinado y elitista y difícilmente generalizable. Es posible que otros piensen, y este es mi caso, que hay camino andado, que es posible, pero hay que tener claro los grandes objetivos y no perder el norte, se trata de una escuela que no prepare para los exámenes sino para la vida, de una escuela integradora y no selectiva , ni competitiva, en donde la inmensa mayoría de alumnos y profesores sean felices, se diviertan y aprendan unos de otros. Todo es creérselo y empezar y no estaría mal que, para este próximo inicio de curso, en todos los centros educativos se colgara ese cartel que decía al principio.




sábado, 1 de agosto de 2015

Una de Rankings

A mi me pasa,  y no creo que sea solo a mi,  que cada vez que oigo la palabra ranking la asocio a clasificación,  a competición, a una preparación para ser los primeros, los que nos traerá saborear las mieles de del triunfo, de la victoria, de ser los mejores y, por el contrario, los que aparecen en los últimos lugares tendrán que conformarse con esconder su derrota, con la palmada de ánimo en la espalda y la comprensión a modo de lamento de los otros.

De un tiempo a esta parte están de moda los ranking de centros educativos, en el caso que nos ocupa, en base a unas pruebas iguales para todos y celebradas en un día y de una hora de duración , ni más ni menos, en donde los alumnos de matemáticas de segundo de ESO, se han enfrentado a 25 cuestiones, bastantes de ellas con unos enunciados largos y complejos y para los que disponen de poco más de dos minutos por pregunta  si quieren responder a todas.  

En base a estas pruebas se ha elaborado un ranking donde se puede presuponer  que los primeros centros son los mejores alumnos o mejores profesores en matemáticas y los últimos son los peores alumnos y peores profesores, así sin más. ¿que sentido tienen este tipo de rankings? , ¿qué se pretende con ellos? , ¿se pueden extraer conclusiones válidas con criterios serios y razonables?.

Creo  este tipo de ranking poco o nada tienen que ver con la educación, entendida esta como un proceso integral, continuo , personalizado y contextualizado, y no la foto fija de un día y  hora determinada. 


No estoy en contra de la evaluación de los centros, ni del profesorado, es más, creo que es muy necesario, y las echo en falta desde hace mucho tiempo. Si estoy en contra de este tipo de pruebas  de un día  descontextualizadas, apresuradas y desde mi punto de vista, con falta de rigor y de las  que se pueden extraer conclusiones erróneas además de injustas. Así mismo me preocupa que  algunos centros o profesores puedan confundir los grandes objetivos educativos con ser los primeros en el ranking o aparecer por arriba, orientando la acción educativa  esa idea central, esto seria un gran error y una gran injusticia.

Las aulas del futuro

 Que el mundo educativo muchas veces se deja influenciar  en función de modas,  unas más pasajeras que otras , es una realidad que para nada...