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viernes, 22 de septiembre de 2023

Ahora que han pasado 40 años

 Primeros de septiembre de 1983 con  23 años ya cerca de los 24, comencé mi andadura profesional como docente en lo que entonces éramos profesores de E.G.B. denominación que nunca me ha gustado, prefiero la de "maestroescuela" que creo  que es más definitoria.

Por aquellos meses en una España muy  diferente a la de hoy, donde todavía resonaban los ecos del fallido golpe de estado de el 23 de febrero de 1981, donde un un partido de izquierdas, el PSOE, hacía apenas un año que se hacía   con mayoría absoluta en   el gobierno de España y se avecinaban grandes cambios políticos,  sociales y económicos, como  así fue. 

Y por la radio sonaban unas músicas que han quedado grabadas en la memoria colectiva de varias generaciones y que todavía somo capaces de cantar y bailar,  el " No controles " de Olé olé, " Barco a Venus" de Mecano ,  "Cadillac solitario" de Loquillo,  "Every Breath you take" The Police, " Girl just want to have fun" de Cindy Lauper, "Jump" Van Halen. 

Era el más joven, junto con una compañera de carrera, de un claustro de treintañeros y algún cuarentón, con el que, a pesar de la cercanía y amistad , había un salto generacional importante en todos los ámbitos incluido el docente naturalmente lo que no supuso ningún problema a la hora de integrarme y colaborar en todo lo que surgiera. 

En unas instalaciones paupérrimas, con solo las tizas y la pizarra, un mobiliario viejo y anticuado y una paredes húmeda y amarillentas, esos mapas de  España de cartón sujeto en la pared y un globo terráqueo también amarillento. Debuté  con mis primeros alumnos de un 8º de E.G.B. en donde puede que no hubiera más de quince. Yo iba con ganas de comerme el mundo, de alejarme todo lo posible de las prácticas y maneras de algunos de mis maestros de ingrato recuerdo. Quería ser cercano, comprensivo, amable, que mis  clases fueran amenas, divertidas, diferentes, y así se lo explica a estos mis primeros alumnos, recuerdo como oí a uno de ellos decirle a una compañera, "esto tiene buen pinta" y yo pensé. "esto empieza bien".

Ellos tenían  14 y 15 años pero sentí una rara sensación de estar delante de gente muy cercana a mi en todo y con la que es podía  compartir muchas cosas, como así fue. Con ese grupo con los demás  6º y 7º de E.G.B.  creamos una complicidad compartida y duradera hasta nuestros días por más increíble que parezca. Creo que entre todos iniciamos una forma de hacer escuela diferente, menos academicista y  más cercana, menos aburrida y más divertida, menos anclada en un pasado y más mirando hacia adelante y creedme si os digo que se impulso que tomamos entre ello y yo ha perdurado a lo largo de toda mi carrera y todavía perdura.

No hace más de un mes, mientras columpiaba a mi nieta en un parque se acercaron unos niños de cuatro o cinco años, acompañados de sus abuelos, al acercarse estos nos quedamos mirando y resultó ser Paco, uno de aquellos de mis primeros alumnos, es ingeniero de caminos y tiene 53 años, después de reconocernos y saludarnos muy efusivamente, comenzó a hablarme, sin que yo le dijera nada y de manera muy emocionada , de aquellos primeros momentos, cuando entré a clase por primera vez, con un morral rustico colgado del hombro, una barba de dos semanas y un ímpetu, según él, que le agradó desde el principio. Me habló de mi trato a los alumnos, de la manera de hablarles, de responderles de explicarles, de ayudarles, y que todo eso era nuevo para él y para sus compañeros a pesar de estar en el último curso. A todo todo esto mi nieta, de 7 años , no quitaba oído de la conversación y me miraba sin entender muy bien, creía yo, lo que pasaba. 

Después recordar anécdotas, a  otros compañeros alumnos y maestros, nos despedimos con un fuerte abrazo de esos que se notan que son algo más que abrazos. Un hora después en la terraza de un bar cercano quedamos para tomar algo con mi mujer, mi hijo y mi nuera y en mitad de una conversación intrascendente, mi nieta comenzó a contar a su padres esa conversación que había escuchado entre Paco y yo, nos callamos todos para escucharla y lo contaba con bastante detalle, hasta concluir con una frase que a todos nos emocionó y a mi me hizo tocar el cielo. " Yo quiero que mis maestros sean como el Abu". 

Quizá sea la  mejor frase, quizá no, es la mejor frase  que he oído nunca referida a mi vida profesional, la que más me enorgullece y con la que más me identifico, solo por esto mereció la pena ser maestro.  

martes, 23 de febrero de 2021

23-F: "Soñando con ser maestro"

Folios de apuntes manuscritos se amontonaban por la  gran mesa de tablero negro que por aquel entonces había en  el comedor de la casa de mis padres que también era la mía, algunos lápices y un  bolígrafo rojo para subrayar, puede que llevara allí sentado desde la cuatro de la tarde y no recuerdo bien si los apuntes  eran de Química o de Biología, era mi último año de magisterio y había tenido que pedir una prórroga para no irme a la mili y así poder acabar la carrera. Ese mismo día, después de comer, vi por la ventana de lo que era nuestra sala de estar, como en plena calle, en el jardín de enfrente de las "casas baratas"se desvanecía y moría uno de los  vecinos de más edad  del barrio, un hombre sabio, antiguo ferroviario y que, ya jubilado muchos años, construía miniaturas de carabelas, galeones y barcos pirata  con material reciclados, ¡cuántas historia  aventuras y misterios de navegantes me había contado aquel hombre!

Aquella tarde era otra más, otra cualquiera, la escena de la mañana no me  distrajo para nada en mi sesion estudio,  como era habitual tras dos horas, más o menos, hacía un descanso y ponía la radio que tenía en la sala de estar un viejo transistor amarillento y muy manoseado, solía  oír  Radio Juventud de Murcia, pero en esa tarde no sonaba la música que esperaba  sino que eran marchas  militares, esperé unos minutos y aquello seguía igual y no le di más importancia por lo que opte por cambiar de emisora y busqué en el dial Radio Nacional de España, también sonaba música militar pero pronto dieron un boletín informativo, no recuerdo con claridad el contenido pero sí  me quedó claro que algo grave pasaba en Madrid y nos daban una arengas que no aprecie a distinguir si eran consejos o consignas, lo cierto es que no le dí mucha importancia hasta que se pudo ver por televisión a ese guardia civil pistola en mano subiendo al atril del Congreso de los Diputados.

Yo soñaba con ser maestro, era mi último año, pero al salir a la calle me llamó la atención que los vecinos más mayores del barrio con cara de preocupación y cierta prisa iban a la tienda de toda la vida a comprar aceite, pan, patatas...,  en cantidades inusuales,  mi madre también lo hizo,  a esto una mujer muy mayor con cara de mucha resignación y tristeza  repetía: "otra vez no, otra vez no". creo que fue el semblante  de esta mujer y sus palabras lo que me hizo ser consciente de la gravedad de lo que estaba pasando y empecé a sentir miedo. 

La gente mayor hablaban con recelo y preocupación y empecé a creer que mi sueño de ser maestro se esfumaba delante de  mis narices  por algo tan lejano y  cierto modo ajeno que la rabia superó al miedo y deseaba con todas mi ganas que aquello pasara pronto. Pegado a la radio y con la televisión encendida seguía al minuto lo que nos iban ofreciendo entre la confusión y la desesperación. 

Me ilusioné tres años antes  votando si a la constitución, era la primera vez que votaba, parecía que España era un país que se estaba haciendo poco a poco en un país como los demás. Me veía en un país próspero, democrático y yo, como maestro, con ganas de comerme el mundo y cambiar la escuela, pero unos guardias civiles, unos militares y esas imágenes de los tanques por las calles de Valencia me rompieron el sueño en aquel momento pero no lo consiguieron. Lo que sucedió después fue el inicio de los mejores años de mi vida con el solo lamento de la pérdida de algunos seres queridos, pero si los mejores años de mi vida, 


miércoles, 10 de febrero de 2021

Un 10 en matemáticas

Ser docente es un privilegio, dedicar toda tu vida a enseñar y a aprender te va llenando poco a poco de sensaciones, emociones y  experiencias vitales que, con el paso de tiempo y cuando se acerca poco a poco el fin la vida laboral, como es mi caso, suelen aflorar recuerdos, personas y situaciones que en mi caso me refuerzan la idea de que en muchas ocasiones, no en todas, he sido docente que siempre quise ser.

Recuerdo cuando entró en clase por primera vez con 11 años, yo también era casi nuevo no creo que llegara a  cumplir los 25, con aspecto desaliñado,  mirada huidiza y un aire de como si todo aquello no fuera con él, se sentó solo al final de la clase y cabizbajo comenzamos las presentaciones, les di la bienvenida a todos y nos fuimos presentando uno a uno, al llegar su turno hizo un ademán de que lo dejara tranquilo, no dijo nada y fue entonces cuando me acerqué a su sitio y le pregunté si le pasaba algo y muy respetuoso y con al voz muy baja y lleno de timidez me dijo su nombre y nada más. 

Fue pasando el tiempo, apenas se relacionaba con lo compañeros, en parte por que él no daba el paso y en parte porque, debido a su aspecto y por su entorno familiar muy humilde y desestructurada, los compañeros le daban lado, pero en clase no dejaba de sorprenderme, era se tipo de alumno que casi nunca llevaba material, apenas hacía deberes y cuando los traía los presentaba en un hoja arrugada, mal escrita y con casi siempre con manchas de aceite, pero los deberes siempre estaban bien hecho, muy mal presentados, con muchas faltas de ortografía, eran deberes de matemáticas o de ciencias, pero estaban impecables, y así se lo reconocía en voz alta delante de toda la clase, le animaba a salir a la pizarra para que explicara a sus compañeros como los hacía y que  los resolviera pero siempre se negó y yo nunca le obligué.

Una mañana después de comprobar  que tenía los deberes de matemáticas hechos y correctos comencé a hacerlos yo en la pizarra y se me ocurrió "provocarle" y hacer mal un ejercicio para tantear  quién  estaba atento y a ver si él decía algo, no había acabado  todavía de hacer el ejercicio cuando oí que me llamaba y con la mano levantada me dijo: " Don Domingo ( era de los pocos que me llamaba de Don), ese ejercicio está mal", afirmó categóricamente, puede ser, le dije  sal y dime donde me he equivocado que yo no lo veo, no salió, desde su sitio me fue señalando donde estaba el error y la manera de solucionarlo, y así lo hice, al acabar le di la gracias y dirigiéndome al resto de compañeros pedí disculpas por el "error" y alabé la aptitud del único alumno que fue capaz o se atrevió a enmendar aquello.

Hablando con el resto de mis compañeros que le daban clase, era 6º de E.G.B. , me decían de él que era un desastre, no tenía mal comportamiento, pero no llevaba material, no hacía deberes, pasaba de todo, y claro las notas eran muy malas, todo Muy Deficiente  que se llevaba por aquella época excepto matemáticas que era Sobresaliente, que tambíen se llevaba por aquella época. Algún compañero que otro dudaba de estas notas , no era posible esa disparidad, yo solo disponía de sus exámenes y de mis notas de clase y todas eran de diez, el contenido claro no la presentación.

Y así pasó su E.G.B  hasta octavo, en este tiempo tuve muchas conversaciones con él, le hablaba de su facilidad y su gusto por las matemáticas  y que asimismo podría disfrutar de la Geografía, de la  Lengua de las Ciencias , que tenía que cambiar su actitud, que  a pesar de su origen humilde y que nadie de su familia había no había acabado la escuela obligatoria, él si podía, solo tenía que buscar el disfrute por las matemática en las otras asignaturas que seguro que lo había, me dijo que no, que solo le gustaba las matemáticas y que disfrutaba con ellas y así acabó la E.G.B. con un 10 en matemáticas y un 0 o un 1 en todas las demás.

Han pasado más de 30 años de aquello,  la vida no le ha tratado bien, de hecho sigue viviendo en el mismo sitio de  entonces, ya sin sus padres pero con algunos de los hermanos, después de muchos años sin verlo la casualidad hizo con nos encontráramos en la puerta de su casa, con la gente de su barrio, en su ambiente, se me quedó mirando, no con la mirada tímida de entonces sino con una mirada brillante de complicidad y luego entendí que de agradecimiento, me dijo que no pasaban por mi los años, le contesté eso es porque me miras con buenos ojos, con los mejores me dijo él, y entonce se volvió a los  amigos que le acompañaban y les dijo : "He tenido muchos profesores pero ninguno como este, para mi es el mejor maestro del mundo, por los menos de los que yo conozco" , para agradecerle  el cumplido le dije. " y tú has sido uno de mis mejores alumnos de matemáticas", entonce se dejó caer, "me importan un pijo las matemáticas,  es verdad que me gustaban pero no te lo decía por eso Don Domingo, te lo decía y te lo digo porque has sido la única persona que ha hecho que me sienta bien conmigo mismo, que me ha valorado y que ha creído que yo podía ser algo más de lo que soy", le puse la mano en el hombro y le repliqué: " Has hecho que me sienta maestro cabron", "... y tu que me sienta persona" me dijo él.

 

jueves, 19 de julio de 2018

Mi infancia son recuerdos

Fue allá por el año 1967 cuando tenía siete años, que  me incorporé al Zaraíche a segundo de primaria, anteriormente había estado, por sendos  cambios de domicilio de mis padres, en el Colegio San Batolomé-La era en mi etapa de preescolar, de la que apenas tengo recuerdos y posteriormente en el Colegio Cristo del Consuelo en donde hice primero con Don Fernándo, un maestro alto y de buenos modos, del que  recuerdo aquella manera que nos enseñaba los números del uno hasta el cien en una pizarra apoyada en un trípode.

Así, que acabé  en el Colegio Virgen del Buen Suceso, más conocido por el Zaraíche, y hoy por C.P. Antonio Buitrago, para hacer segundo con Don Francisco, un hombre ya mayor, calvo  y que siempre vestía con traje y corbata y algunas veces con boina. Son muy confusos y un poco desordenados los recuerdos de aquella época de un niño de siete años, así que es posible que se mezclen entre ellos  hechos reales con otros que puede que sean más confusos. De Don Francisco lo recuerdo un tanto despistado, hasta el punto que era posible que un alumnos que se apellidaba Yepes se comiera un melón dentro de clase y además repartiera a los compañeros, mientras Don Francisco nos corregía las cuentas.Tampoco se  me ha olvidado esa forma en la que había que contestar cuando nos preguntaba algo: " A ver Pepito ¿has hecho los deberes?", no valía un si o un no, había que decir si señor o no señor y en esto insistía mucho, eso si de buenas maneras y sin gritos, era un hombre entrañable y cariñoso.

Por aquellos años, a las casas  llegaban las primeras televisiones en blanco y negro, con un solo canal y con unas pocas horas de emisión, así entre los pedazos  de pan con  una onza de chocolate todas las tardes al salir del colegio, a eso de las cinco y media o seis,sentado delante de la tele para ver a Locomotoro, Valentina, al capitán Tan y al tío Aquiles, mis verdaderos héroes. En aquellos tiempos de una sociedad intolerante, recuerdo una televisión menos agresiva que en tiempos posteriores, pero eso no quita que en una  pasillo de la escuela un maestro, del que no recuerdo el nombre pero si la cara, me pegara un tortazo a mano abierta que casi me tira al suelo, mi pecado había sido poner una zancadilla a otro crío que entraba a clase  y que anteriormente él me había puesto la zancadilla a mi pero con tan mala suerte que a mi me pilló pero al otro no.

Al año siguiente entre en tercero con Don Juan Ortiz, del que guardo un grato recuerdo. Era un maestro joven, moderno, no recuerdo que llevara nunca traje y era un maestro deportista, cosa rara para la época. Recuerdo una mañana sus esfuerzos conmigo en la pizarra, me había sacado para hacer una división y luego la prueba del nueve para comprobar si estaba bien, la división creo que estaba bien pero la prueba del nueve no había manera de que  me enterara de la forma  de hacer aquello, Don Juan ins¡stia conmigo una y otra vez, y yo cada vez más nervioso, afloraban las primera risas entre mis compañeros entonces Don Juan cambió el tono de voz y cual inspiración divina vi la luz y conseguí hacer la regla del nueve. ¡Qué momentazo!.

No existía la gimnasia como tal en los colegios y  entonces el fútbol era  prácticamente el único deporte que conocíamos, además detrás del colegio existía el campo de "los caballones" uno de los feudos locales de más tronío y escenario de grandes partidos de aficionados a los que se llamaban desafíos  que eran al mejor de cuatro o al mejor de seis goles, eso si, cuando los grandes nos dejaban. A todo esto, Don Juan organizó un campeonato de minibasquet con una canastas colocadas justo en lo que ahora es la entrada principal, allí descubríamos otros deportes con unos tanteos que nos hacían gracia comparado con los del fútbol y otras reglas que a mi me parecían muy estrictas, mi equipo en este campeonato era el rayo azul y no recuerdo haber metido nunca una canasta en partido oficial. Al terminar la clases, algunas tardes nos íbamos con Don Juan al campo de fútbol de la Avenida del Caudillo, a ver como entrenaba a los juveniles del C.D. Cieza y nosotros tan contentos de que nuestro maestro fuera además entrenador.

Así que entre una cosa y otra  iba creciendo cumplí diez años, por la tele veía la casa de los Martínez por las tardes y el fugitivo por las noches. En la escuela estaba director Don Antonio Buitrago, del que mi padre decía que era muy listo porque lo conocía ya que habían ido a la escuela juntos, yo sentía cierta admiración por Don Antonio, que de vez en cuando entraba a nuestra clase y nos explicaba algo nuevo y luego nos preguntaba, lo veía como alguién por encima de los demás hasta el punto que recuerdo que un día le pregunté a mi padre que si Don Antonio con lo listo que era podría ser premio Nobel y mi padre me dijo que a lo mejor. Eso a mi me dejo muy pensativo.

En mi último año en el colegio en cuarto fue con Don Juan Martínez, un hombre ya bastante mayor con el pelo blanco y que siempre recuerdo con un porte elegante y traje gris con corbata fina. Era muy curiosa la manera en que Don Juan nos preguntaba la lección, nos poníamos todos de pie alrededor de la clase el primer día por orden de lista y Don Juan preguntaba la lección, si uno  no la sabia pasaba al siguiente y si este  si la sabía lo adelantaba y así con todos. De esta manera se hizo una especie de ranking en donde en los primeros puestos estaban los que siempre se la sabían y los últimos los que nunca se la sabían. Yo, por mi apellido, empecé por la mitad y en pocos días me fui yendo a la parte de atrás a la cola, pero no sé muy bien lo que ocurrió que me dio por estudiar y fui avanzando poco a poco hasta llegar a número siete, de ahí nunca pude pasar a los de delante que  no fallaban nunca, pero claro tampoco podía dormirme porque volvía a la cola otra vez y no era plan con el trabajo que me había costado.

En aquel curso recuerdo  como  entre todos colaborábamos en completar algún que otro álbum sobre los más diverso temas, así había de animales, de coches, de futbolistas y que luego se quedaban en clase para consulta de todos. Me viene a la cabeza aquel alumno "pelota" que siempre le regalaba la palmeta al maestro y que "cariñosamente"  este le llama a la palmeta "La leona", pues bien casi siempre este alumno estrenaba en su mano a "La leona".

Me gustaba la manera en que Don Juan Martínez nos contaba y nos explicaba las cosas, recuerdo momentos de sus explicaciones de quedarme literalmente con la boca abierta, había algo diferente en él que lo hacía distinto, desde un tono serio pero distendido tenía esa oratoria envolvente que al menos a mi me cautivaba.

Además de todo lo anterior tengo otros recuerdos desordenados en el tiempo y en el espacio de otros maestros  y hechos de mi paso por el  Zaraíche, asi cuando Don Luis Carrillo, en una sustitución, nos explicó que aquello del paraíso terrenal que nos habían contado no era exactamente así, ¡aquello si que fue un notición! o cuando Don Andres,un maestro jóven, alto, con una nariz muy puntiaguda y de voz muy grave nos contaba que venía todos los días al colegio en moto desde Murcia donde vivía, eso para mi era una especie de heroicidad.

Apenas recuerdo a muchos de mis compañeros de entonces, aunque muchos de ellos eran y son mis amigos de barrio de la calle Azorín, de Sanz Orrio y de las cien viviendas.Si tengo que decir que, cuando  bastantes años después he vuelto por el colegio, uno tiene la sensación muy agradable de que creció por allí en esa edad de la inocencia y algo de allí te pertenece.

¡ FELIZ CUMPLEAÑOS,QUERIDO COLEGIO !


Domingo Méndez López

jueves, 18 de diciembre de 2014

10 años de estar juntos



Tal día como hoy pero hace diez años publicaba esta primera entrada en el blog, tengo que decir que cuando esto ocurría, no era para nada consciente de la tremenda aventura educativa y por lo tanto personal que estaba iniciando, si pretendía iniciar un espacio de reflexión y de intercambio de experiencias y ha sido eso y mucho más que eso.

He de confesar que cuando me hice maestro, por los primeros años ochenta, nunca me habría imaginado que la mejor manera de serlo y de hacerlo era escuchando y mirando a mis alumnos y aprendiendo de mis compañeros, aún sabiendo que venimos de una cultura donde el trabajo en equipo y colaborativo era una excepción. Descubrir el planeta educativo de AulaBlog, supuso un salto cualitativo en mi manera de entender lo que estaba ocurriendo mas allá de los muros de mi clase y mas allá de las puertas de mi centro. Cientos de profesionales abriendo sus aulas y sus experiencias al mundo como nunca antes había ocurrido, tenía que despertar en muchos docentes ese aspecto colaborativo que haces que te sientas orgulloso de formar parte de un todo dinámico que solamente buscan una escuela mejor , solo eso y nada mas que eso.

Así, poco a poco, vas descubriendo un mundo real que intuías que existía pero no sabías muy bien por donde,  y te entusiasmas de tal manera que quieres devolver con prisas todo lo bueno que este mundo te está dando y este, mi querido blog, ha sido y es la herramienta para hacerlo. Si,  ahora están  twitter y otras redes sociales, pero quiero rivindincar el uso de los blogs como herramienta de primer orden, aunque hayan perdido protagonismo yo los sigo considerando como lo que fueron, el buque insignia de la Web 2.0 y favorecedores de metodologías innovadoras.

A lo  largo de estos cortos 10 años, me he encontrado con enormes docentes que han pregonado a los cuatro vientos sus experiencias, inquietudes, reflexiones..., eran  grandes profesionales a los que el uso de la TIC lo ha hecho todavía mas grandes y  mejores,  contando lo que piensan y lo que hacen para regocijo de todos aquellos que estamos dispuestos a aprender,  y no me ruborizo al decir que en mi vida profesional hay un antes y un después de encontrarme con todos ellos. Algunos  de estos han tenido la amabilidad de asomarse por aquí a participar en su décimo aniversario y aparecen y aparecerán con su firma en la columna de la derecha como autores del blog,  y es que sin ellos este blog no hubiera sido nada, solo hubiera durado apenas unas semanas. Sin duda, son todos los que están pero no están todos lo que son, sería imposible, para todos ellos mi mas sincero agradecimiento y reconocimiento, es para mi un honor  contar con su amistad y  con su experiencia.

Ese tremendo placer de saludar, abrazar y compartir mesa y mantel con compañeros que has conocido por la red y con los que coincides en  muchas más cosas que  las  tu mismo crees, y curarte de esa sensación de soledad de los que piensan que en  la escuela se puede y se debe hacer las cosas de otra manera, eso no tiene precio.

En estos 10 años y en todas mis entradas he intentado ser sincero conmigo mismo y exponer, contar, analizar, con lo pies en el suelo, mi idea de la educación, de la escuela y de los profesionales que la hacen, siempre desde el respeto y la humildad. He intentando huir de las grandes proezas educativas al amparo de las TIC  y de los fuegos de artificio, me ha interesado siempre y me interesa, el docente a pie de aula que, siendo ya innovador, se encontró con las TIC en su camino  y se atrevió con ellas  para que sus alumnos aprendan de otra manera.

Seguramente el camino recorrido no es de rosas ni falta que hacía,  ha sido un camino  de incertidumbres, de ilusiones, pero sobre todo de descubrimientos y de encuentros, pero no debemos engañarnos, el largo y duro camino de cambiar la escuela no ha hecho más que empezar, hay grandes resistencias de todo tipo,  personales, corporativas e institucionales,  pero si tengo claro que hay que recorrerlo, no  en busca de una escuela excelente sino en busca de la mejor escuela posible para todos.

Y pasarán otros 10 años y seguiremos buscando la  escuela que queremos, la que soñamos  y que nunca llegaremos a encontrar, pero eso, precisamente eso, es lo mejor que nos puede pasar. 



Las aulas del futuro

 Que el mundo educativo muchas veces se deja influenciar  en función de modas,  unas más pasajeras que otras , es una realidad que para nada...