
Son 25 años ya en la escuela y es verdad que parece que fue ayer, pero aunque así fuera tanto ha cambiado todo y tan rápido algunas veces, que ese ayer también parece más lejano.
En aquel mes de septiembre de 1983 cuando me hicieron tutor de aquel 6º de E.G.B. y yo con 23 años, se parece muy poco a este septiembre de 2007 y tratando de describir en este blog sensaciones de un maestro, aunque todavía sienta ese consquilleo en el estómago de cada principio de curso.
Miro hacia atrás, intento ordenar los buenos recuerdos e intento buscar la causa de los malos. Recuerdos de alumnos, de compañeros algunos ya desaparecidos, de sinsabores, de momentos mágicos…
Me recuerdo a mi “peleando” por esa escuela abierta, participativa y cómo eso, a veces, era chocar contra un muro de piedra dura..¡ Ah ¡, la escuela que uno sueña…
Y aquí me veo, algo impensable entonces, contando a quien lo quiera leer, las impresiones de un joven que si hizo maestro porque no le gustaba la escuela que había y pensaba que podía cambiarla, que tomó partido por la renovación, por salir de la rutina, por abrir la puertas de las aulas y de los centros, por pensar que desde la escuela se puede cambiar el mundo, por creer que el ser maestro es el mejor de los trabajos.
Y aquí estoy con 25 cursos a las espaldas pero lo mejor, lo mejor de todo es que no he cambiado de opinión, a pesar de los pesares, a pesar del tiempo, a pesar de los muros, de la rutina, de la incomprensión, creo que la escuela puede cambiar el mundo y el de maestro es el mejor de los oficios , ¿ no?.