Ir con el paso cambiado no es ir contracorriente, ir con el paso cambiado no es ir en contra de nadie, no es protestar contra nada, no es vanidad, ir con el paso cambiado no me hace más feliz, me supone más esfuerzo, ir con el paso cambiado me ayuda a seguir.
Cada principio de curso tengo esa sensación tan rara que luego a lo largo del mismo, lejos de atenuarse, se acentúa y no se diluye sino que se transforma y pasa de ser una sensación a una realidad que si te dejas... te come.
Ir con el paso cambiado tiene ver con la idea que uno tiene de la escuela, de sus métodos, de su forma de evaluar , de su estructura, de su organización, de sus profesionales, de su relación con los alumnos, y con sus familias, de la administración educativa.
Ir con el paso cambiado es echarse las manos a la cabeza cuando uno se entera el desembolso de una familia con dos hijos en libros de texto y material escolar cada inicio de curso, es morderse la lengua muchas veces cuando uno ve que el libro de texto y los exámenes siguen siendo los grandes protagonistas de la escuela del siglo XXI, también es huir del corporativismo rancio y caduco en el que se refugian los malos docentes.
Ir con el paso cambiado es preocuparse y mucho por otra ley educativa más que, aunque con fecha de caducidad, nos quieren imponer, alejándose de cualquier atisbo de consenso mínimo que es lo que dicta el sentido común, es echarse a temblar cuando lo que ven la educación como gasto y no como inversión tienen que tomar decisiones que nos afectan directamente.
Ir con el paso cambiado a veces me trae problemas porque no todo el mundo sabe andar, pero también me ayuda a seguir caminando porque siempre encuentras gente a tu lado que camina contigo, así que ahí andamos, con el paso cambiado acompañado de gente pero sin dejar de andar y es que no puedo ni quiero andar de otra manera.
Cada principio de curso tengo esa sensación tan rara que luego a lo largo del mismo, lejos de atenuarse, se acentúa y no se diluye sino que se transforma y pasa de ser una sensación a una realidad que si te dejas... te come.
Ir con el paso cambiado tiene ver con la idea que uno tiene de la escuela, de sus métodos, de su forma de evaluar , de su estructura, de su organización, de sus profesionales, de su relación con los alumnos, y con sus familias, de la administración educativa.
Ir con el paso cambiado es echarse las manos a la cabeza cuando uno se entera el desembolso de una familia con dos hijos en libros de texto y material escolar cada inicio de curso, es morderse la lengua muchas veces cuando uno ve que el libro de texto y los exámenes siguen siendo los grandes protagonistas de la escuela del siglo XXI, también es huir del corporativismo rancio y caduco en el que se refugian los malos docentes.
Ir con el paso cambiado es preocuparse y mucho por otra ley educativa más que, aunque con fecha de caducidad, nos quieren imponer, alejándose de cualquier atisbo de consenso mínimo que es lo que dicta el sentido común, es echarse a temblar cuando lo que ven la educación como gasto y no como inversión tienen que tomar decisiones que nos afectan directamente.
Ir con el paso cambiado a veces me trae problemas porque no todo el mundo sabe andar, pero también me ayuda a seguir caminando porque siempre encuentras gente a tu lado que camina contigo, así que ahí andamos, con el paso cambiado acompañado de gente pero sin dejar de andar y es que no puedo ni quiero andar de otra manera.
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Un abrazo
Karen Moscote.