Empecé mi carrera docente en el curso 1983-84 y acaba en este 14 de noviembre del curso 2024-25, han sido cuarenta y dos cursos académicos, cuarenta y dos promociones de alumnos/as, lo que supone varios miles, cada uno de ellos/as con sus historias, sus circunstancias, su forma de estar y entender la escuela tanto ellos como sus familias. Tengo que decir que, en todo momento, me he sentido querido, respetado y valorado, no hay nada más gratificante para un docente que esos encuentros casuales con antiguos alumnos y/o familiares y esas miradas cómplices de haber compartido momentos importantes para cada uno ellos , ese agradecimiento que se muestra en un abrazo, en un beso o un simple apretón de manos...solo por eso merece la pena haber sido docente. Sois, sin ninguna duda, los mejor de la escuela, desde mis primeros pasos por las aulas habéis estado en el centro de toda mi acción educativa, no solo he intentado enseñar sistemas de ecuaciones, funciones, las leyes de los
Son los últimos días de mi etapa profesional como docente, como maestro en activo y paso a ser un jubilado, un maestro jubilado, y todos los sentimientos, emociones y recuerdos que se agolpan creo que los puedo resumir en uno: "Me he sentido y me siento un privilegiado". Mi vida como maestro, en estos más de cuarenta años, ha sido apasionante, soy un privilegiado , un amante de una profesión que se convirtió en vocación y que gracias a eso me ha permitido sentirme y actuar como maestro las 24 hora del día, disfrutando de ella tanto dentro como fuera del aula. Atribuyen a Confucio un proverbio: " Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo ", quizá todo esto se deba a que he tenido la gran suerte de rodearme de personas que siempre han mirado la luna, que en todo momento miran más allá, empezando por mis padres y continuando por muchos compañeros de profesión. De todos y cada uno de ellos he aprendido a mirar alto pero con los piés en el suelo, a ac