viernes, 21 de junio de 2019

Gracias a vosotros

Acabo el curso número 36 de mi carrera, otra vez toca despedirme de unos alumnos a los que ya no volveré a dar clase y no me acostumbro a ello. He pasado un par de cursos con  ellos y, como siempre. dejo a unas personas diferentes a las que me llegaron, por una simple evolución natural y porque ellos y ellas han sabido y han querido que así sea.

Tengo por costumbre,  y creo que es bueno, dejar que mis alumnos puedan expresar con total libertad la opinión que tienen de mí como docente, qué cosas de las que he hecho les parecen mal y cuáles les parecen bien, le animo a que lo hagan ya que yo he pasado dos años haciendo lo mismo con ellos.

Se trata de aprender de los errores y reforzar aquello que según ellos hago bien, pero también esas relaciones entre  maestro y alumno, la empatía, el sentirte parte de..., la comunicación, la sonrisa cómplice, la palmada en el hombro, el preguntar si te pasa algo hoy, las miradas asintiendo o reprobando, todo eso también forma parte de la escuela, todo eso también es educar.

Lo mejor de nuestro trabajo, la mejor recompensa son las miradas y las gestos de tus alumnos, sus palabras y sus sonrisas cuando te cruzas con ellos;  hay una complicidad compartida, un  sentirse parte de algo que seguramente es para siempre. Es muy gratificante el percibir ese afecto sin filtros y espontáneo que me hace reafirmarme que he tenido la gran suerte de dedicarme a la mejor profesión del mundo, la que me apasiona  y en la que intento poner lo mejor de mi aunque no siempre lo consiga.

Pasará el tiempo y volveremos a encontrarnos, puede que no os  ubique en la promoción correcta, puede que no recuerde vuestro apellido pero lo que siempre recordaré será vuestro nombre y lo que  me hicisteis sentir.

Mucha suerte a todos.



7 comentarios:

Rocío Sánchez dijo...

Increíble ¡¡ muy de acuerdo con lo que plasmas , es muy importante saber la opinión de los alumnos ,muchos docentes se centran en el temario que tienen que dar a lo largo del curso y no miran más allá . Que un docente tenga la valentía de saber si esta haciendo un buen trabajo es un acto muy positivo que a la larga sembrará sus raíces , cambiando todo aquello que no tiene frutos . Por otro lado, si realmente te encanta tu trabajo , que un alumno te mire con complicidad o te ve por la calle y dedica su tiempo en hablar contigo demás tiene que ser muy gratificante .

Judith dijo...

Lo que más me ha trasmitido este mensaje es que no hay cosa mejor que trabajar de lo que más te llena. Es muy gratificante ya que lo haces con ganas y en este caso trasmites a tus alumnos más cercanía y confianza, ya que si trabajas en algo que no te gusta lo haces con menos ganas. También me ha parecido muy interesante que los alumnos comenten lo que piensan de su profesora a ella misma, para que la profesora pueda ver también sus fallos, me parece una manera muy eficaz para aprender y mejorar también con tus alumnos, además pienso que la relación entre profesor alumno se fortalece más.

Judith dijo...

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es las ganas que se le pone a las cosas cuando te gustan, en este caso a la profesora con sus alumnos. Este es un claro ejemplo de que trabajando en lo que más te gusta y te llena como persona, le pones muchas más ganas. Consideró que si trabajas en algo que no te gusta al fin y al cabo lo terminas haciéndolo sin ganas. A demás en el ámbito de la docencia creo que es conveniente que los profesores trasmitan confianza a sus alumnos. También me ha llamado mucho la atención que los alumnos les digan a la profesora si ha dicho o ha hecho algo mal para poder cambiar eso y poder aprender de sus errores, lo veo una manera muy eficaz para que se produzca mayor vínculo entre profesor alumno.

Anónimo dijo...

No hay mejor satisfación que trabajar en algo de lo que has estudiado, en algo donde has puesto tanto empeño y dedicación.

Rocio Martinez dijo...

Es muy gratificante que los alumnnos tengan como referencia a un profesor que haya sido bueno y se haya comportado bien con ellos, yo creo que una forma de que esto ocurra debe ser el hacer clases dinámicas en las que los alumnos se sientan a gusto y vean algo diferente a lo que están acostumbrados.
Es una satisfacción ver como los alumnos se acuerdan de un profesor en concreto a lo largo del tiempo.

Rocío Pérez Cerezo dijo...

Me gustaría empezar agradeciéndole la visión que tiene de lo que es educar hoy en día. Educar no se limita a leer unos documentos delante de los alumnos y que escuchen únicamente; educar no se limita a mandar actividades para casa; educar no se limita a corregir exámenes; educar es mucho más, y conlleva una serie de habilidades y capacidades que, con estas palabras que usted ha dedicado en esta entrada, demuestra que tiene. Es muy importante promover en los alumnos el pensamiento crítico, la creatividad, la tolerancia, el respeto… y todo ello no se encuentra en los libros, sino que es el propio docente el que les transmite esos valores en sus clases. Por supuesto, aprender es una tarea compartida, tanto el alumno como el profesor ganan. Lo que diferencia al docente que se preocupa por que sus alumnos sean protagonistas en su proceso de enseñanza-aprendizaje, es la gratificación que siente al saber que lo ha conseguido.

Loli Marín dijo...

Me parece una reflexión muy bonita y profunda. Ojalá y todas aquellas personas que se dedican a la docencia conciban a sus alumnos de esta manera. Un buen profesor es aquel que siente vocación por su trabajo y le gusta lo que hace, haciendo protagonistas a los alumnos de su proceso de enseñanza-aprendizaje y teniendo en cuenta sus opiniones. De esta manera también se puede aprender de los errores, tanto a nivel académico como personal.
Un docente que se interesa por sus alumnos será recordado por estos de una forma espcial.

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