Querido profesor:
Si te digo la verdad no me acuerdo en donde estaba yo hace diez años. Cosa curiosa la mente humana, al menos la mía, porque puede recordar, con todo detalle, y hace bastante más de diez años, el día que un profesor de "Lingua Galega" me regaló el libro de poemas "Longa noite de pedra" de mi vecino Celos Emilio Ferreiro, obra, por cierto, que ya no me abandonó jamás, y que sigo leyendo una vez al año, y que cada año "saboreo" con más intensidad. Como digo, puedo recordar ese día, incluso la hora, y no puedo recordar donde estaba hace 10 años.
Lo que si sé es que hacía... hace diez años, empezaba a "desaprender"... si, seguro... era el inicio de mi proceso de "desaprendizaje". Lo sé porqué fue lo que empecé a hacer en el mismo momento que comencé a trabajar, y sigo con el proceso, aunque ahora en menor medida.
Es que cuando llegamos al aula, nadie nos avisó de lo que nos íbamos a encontrar, de cómo actuar, de cómo resolver las diferentes situaciones que nos encontraríamos día a día...
Por cierto, profesor, no crees que para cambiar la educación, primero deberíamos cambiar esta situación.
Pero bueno, no nos desviemos del tema. No sé lo que me pasa, pero últimamente "suelto" alguna frase, algún pensamiento, sin venir a cuento, es como si me poseyese un gurú educativo, una de esas personas que llevan años sin "pisar" una clase, pero los calificamos como "profesores excelentes" por las bellas frases que dicen.
Como digo, me encontraba yo en pleno proceso de desaprendizaje, intentando convencer al diablo para que implantase en mi la capacidad de motivar e ilusionar a mis alumnos. Incluso le ofrecí mi alma, pero se ve que no quiere tratos conmigo. Estaba dispuesto a venderme como "alma en pena" a la Santa Compaña... pero nada.
Encontrándome, entonces, en tal encrucijada, llegó a mis manos, no sé el cómo ni el porqué, el proyecto KUENTALIBROS, y entonces todo empezó a girar al revés.
Con el fin de conocer a varios kuentistas, mis pasos se dirigieron a Peñaranda de Bracamonte; y el diablo, no solo me hizo participe del aprendizaje compartido en talleres con Lara, Dacil, Fernando o David, sino que me permitió conocer a José Luis y a Carmen, matrimonio que me adoptó rápidamente, y me ayudó a conocer a otros muchos docentes, a los que admiro e intento copiar, entre los que te encuentras tú, y que al conocerte me dije "pues no es una utopía, ni un sueño, ni una fantasía... realmente existen docentes como tú quieres ser"
Por cierto, profesor, no crees que las competencias no deberían ser de primera o de segunda, que para la humanidad fue igual de importante Mozart, Newton, Dali, Cervantes o Platón.
¡Eh! que me estoy saliendo del tema, de nuevo.
Como digo, fueron esos tiempos lo que me llevaron a volver a aprender, y a basar mi trabajo y el de mi alumnado en un aprendizaje colaborativo, un aprendizaje sin paredes, sin trabas, sin mesas individuales... un aprendizaje lleno de colores, ruidos, movimientos, fuegos artificiales. Un aprendizaje en el que intentamos aplicar cuatro reglas básicas "adoptar, adaptar, crear y compartir"... Un aprendizaje en el que no haya tarimas, en el que todos aprendamos de todos, en el que todos sumemos... en fin, un aprendizaje vivo.
Por cierto, profesor, no crees que si no utilizamos todo lo que está en nuestra manos para que los alumnos aprendan y consigan su meta, somos culpables de su fracaso.
Y fue aquí, en ese preciso instante, en el que las tics entraron en mi aula. Entraron como una herramienta más, como una ayuda, como un medio, nunca como una meta, nunca como un fin. No podemos olvidar que nuestro único objetivo, nuestra única meta, es conseguir que los alumnos se ilusionen por aprender, que disfruten, que adquieran un pensamiento crítico... en resumen, que "aprendan a ser", que "aprendan a hacer", que "aprendan a estar". Porqué yo me sigo negando a que el mañana de mis alumnos sea el que Dios quiera.
Ufff... que tarde se me está haciendo. Otro día seguimos hablando de las tics en educación, delante de una caña bien fría de Estrella Galicia, por supuesto.
Hasta más ver
PD: Algunas veces que creo que la Santa Compaña sí me hizo caso y se apoderó de mi alma, lo que pasa es que se disfrazó de mi PLE
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