Han pasado por mis aulas miles de alumnos, cada uno con su historia, con su sonrisa, con sus alegrías y sus tristezas, con su mirada y con su futuro por hacer, alumnos que me han enseñado, que me han mostrado lo mejor y lo peor de ellos, que me han llorado, que me han abrazado , que me han hecho reír y llorar, alguno también me ha insultado pero sobre todo me han ido modelando, me han señalado el camino para llegar a ser ese maestro que uno desea ser pero que nunca llega a serlo; sin lugar a dudas son ellos, los alumnos, lo mejor de la escuela.He tenido compañeros a los que mirar y de los que aprender, por algunos de ellos siento verdadera admiración a otros, sin embargo, la palabra maestro les viene muy grande. He trabajado con los padres, he intentado sumarlos a la causa y a veces creo que lo he conseguido.
He soportado algunas leyes educativas, confieso que alguna llegó incluso a ilusionarme, he chocado con algunos esos otros profesionales de la educación que te dan lecciones sin haber pisado un aula en su vida, me he comprometido con la formación permanente y con la innovación, soy de esos que quieren cambiar la escuela solo porque así creo que hacemos un mundo mejor, he huido de mi escuela de alumno y siempre buscando una escuela diferente y en algunas ocasiones tengo la impresión de que lo he logrado.
Me reconforta y encontrarme con antiguos alumnos y que te agradezcan el haber sido su maestro, sin duda es la mejor de las recompensas, me halaga que me recuerden con cariño y me lo digan.
Que 30 años no es nada, espero que los próximos 30 sean al menos tan emocionantes con estos primeros, y que al final me acerque a la escuela que quiero ya que la que nos quieren hacer no me gusta nada.